LA MORTALIDAD POR CANCER DE PULMON EN LAS MUJERES DE ZARAGOZA SE HA DUPLICADO EN LOS ULTIMOS 10 AÑOS
La pandemia silenciosa de tabaquismo que acaba con la vida de cientos de mujeres cada año por consumo de tabaco, puede dispararse en 2020 si extrapolamos los datos de la provincia de Zaragoza en el periodo 1976-2006. Un estudio realizado por especialistas de la Asociación para la Prevención del Tabaquismo en Aragón (APTA) es capaz de hacer esa dramática predicción. El estudio ha sido dirigido por Milagros Bernal, una de las principales responsables del Registro del Cáncer del Hospital Lozano Blesa, utilizando las técnicas matemáticas más modernas. En este caso se ha utilizado el modelo de regresión “Joint point”, que estima el porcentaje anual de cambio (PAC) y su significación.
La pandemia tabáquica tiene un vector conocido que es la publicidad de la industria que desde los años 70 ha tenido en España dos objetivos muy claros: los jóvenes y las mujeres. Los efectos se están empezando a notar en el sexo femenino de forma dramática.
El cáncer de pulmón aumenta en las mujeres de Zaragoza a un ritmo un 8,11% anual desde 1995 a 2006 Por lo tanto el número de casos se ha duplicado en 10 años y en 2015 se puede multiplicar por tres. El cáncer de pulmón no es una enfermedad de ancianos, se observan casos en hombres y mujeres de apenas 40 años o menos. La media de supervivencia después del diagnóstico es inferior a un año lo que da una idea del drama humano y familiar que supone.
Paralelamente el cáncer de pulmón en los varones se viene reduciendo ligeramente en 1,53% anual desde el año 1998. Esto tiene mucho que ver con el hecho de que en 1987 fumaban el 54,7% de los varones y el 22,9% de las mujeres, mientras en 2001 el porcentaje de varones descendió al 42,1% y el de mujeres ascendió al 27,2%.
Dado que el contagio (comenzar a fumar) precede en unos 30 años a la enfermedad hay que actuar de forma coordinada y en todos los frentes si se quiere evitar esa epidemia en las próximas décadas. Para ello hay que seguir actualizando los impuestos del tabaco, promover espacios sin humo pensando en los lugares donde los adolescentes ocupan su ocio y eliminar todo tipo de promoción del acto de fumar. Por otra parte hay que implantar de forma sistemática programas educativos con perspectiva de género dejando claro que las mujeres son doblemente victimas del tabaco debido a su mayor susceptibilidad a las sustancias tóxicas (mas riesgo a igual consumo que los varones) y trabajado con las adolescentes el mito de fumar como actitud glamurosa o que se asocia a mantener el peso y controlar el estrés. Son falsas creencias que hay que desmontar desde la niñez con la ayuda de los padres educadores y el conjunto de la sociedad.
Los programas educativos solo tendrán impacto en un contexto social y normativo donde fumar no sea una conducta atractiva y el tabaco adquiera su verdadera imagen de sustancia adictiva, tóxica y cancerígena también entre los más jóvenes. A esto pueden ayudar las advertencias con imágenes en las cajetillas y una mayor sensibilización de la sociedad para que no se promocione el consumo de tabaco en el cine, la televisión, la moda, los videojuegos y en otros medios de las nuevas tecnologías de información y entretenimiento.