«Con lo que me ahorro pago el garaje y el gimnasio»

06-01-2011

HERALDO.ES. C. F. B. ZARAGOZA

Lorena Marqués lleva cinco meses sin probar un cigarrillo. Bueno, casi cinco. El día de Nochevieja la adicción pudo con ella. «Al día siguiente me sentí fatal, sobre todo, moralmente, después de todo este tiempo…», asegura. Hoy -por ayer- le tocaba consulta y revisión.

Desde que decidió dejarlo, acude a la unidad de deshabituación que la Asociación para la Prevención del Tabaquismo en Aragón (APTA) tiene en el centro de salud de Sagasta (tiene otras repartidas por otros puntos de la Comunidad aragonesa). «Las pruebas han salido bien», reconforta Nati Aznar, miembro de APTA, a la paciente. La coximetría da unos resultados de monóxido de carbono mínimos. «La gente tiene tropezones, pero de todos ellos se aprende», le anima Nati.

Para Lorena, dejar de fumar ha sido todo un reto. Ha necesitado vareniclina (o lo que todos conocen como ‘el champix’). «Pero cada paciente es diferente. Algunos necesitan, otros no…», precisa Nati. Ella lo tiene claro. La nueva ley puede animar a algunos a dejar el tabaco, pero realmente «tienen que estar convencidos de querer hacerlo».

El tratamiento dura, aproximadamente, un año. Las consultas se van espaciando en el tiempo, conforme el paciente poco a poco se siente más seguro. «La primera cita tienen que traer rellenado un cuestionario de ocho páginas y dura una hora. Preguntamos por todos sus hábitos, sus consumos, sus intentos previos…», explica Nati. Porque no todo el mundo que lo intenta lo consigue a la primera. Francisco Martínez estuvo un año sin fumar y recayó. «Soy comercial en hostelería y no era fácil mantenerme», admite. Por ello, piensa que ahora lo va a tener un poco más sencillo, con los espacios públicos libres de humo. «Si la gente que está a tu alrededor no fuma, puedes estar en un bar tranquilamente sin hacerlo tú también», afirma Francisco, que tampoco cree que los hosteleros vayan a perder clientes por la prohibición. «Los bares son un punto de encuentro. Además, habrá seguro otra gente que antes no iba a un bar y que ahora irá», añade.

Él, por su parte, tiene su particular truco para animarse a dejar poco a poco la nicotina. «Si calculas todo lo que te ahorras… Cuando lo dejé la otra vez me sorprendía llegar a casa con el billete de 20 euros intacto en el bolsillo… Luego pensaba: ¡Claro, si es que no he cambiado para comprar tabaco! Me puse hasta una hucha donde metí todo lo que no gastaba en fumar», afirma. Lorena rápidamente añade: «Yo con lo que me ahorro pago el gimnasio y la plaza de garaje».

Tanto ellos como Nati consideran que la polémica que se ha generado acabará en unos pocos meses, cuando todo se vaya normalizando. «Antes, también se permitía fumar en las consultas de los médicos, en los aviones, en los puestos de trabajo… Y, ahora, no pasa nada», concluye la miembro de APTA.

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